Los romanos importaron a nuestra primigenia gastronomía la cocina mediterránea junto con la producción de vino como bebida principal. De la alimentación árabe en tiempos de Al-Ándalus llegaron descubrimientos como el arroz, la berenjena o las espinacas. Hoy en día, nuestra dieta atlántica es un conglomerado, caracterizado por la calidad de materias primas -carnes, pescados, mariscos, verduras y hortalizas- y una forma de cocinar sencilla, sin excesivos condimentos y que busca que el comensal aprecie de forma natural los sabores.
El origen del nombre de “pulpo a feira”, -de calle, uno de nuestros platos más famosos, cuya popularidad llega a todos los lugares del mundo- se remonta a que este era el plato estrella en las ferias locales en las que los granjeros compraban todo tipo de productos como ganado u hortalizas. Preparado por las pulpeiras en enormes calderos de cobre, este manjar era especialmente apreciado al tratarse de un producto de mar, ya que era de los pocos trasladados antaño a las zonas de interior.
¡Casi mil años de empanadas!: Las raíces de este tipico producto -que encontrarás de todo tipo de sabores como bacalao, bonito, carne, liscos o zamburiñas- se remontan al siglo XII. De hecho, pueden verse talladas en el pórtico de la catedral de Santiago de Compostela. Era un plato idóneo para viajeros debido a que la masa evitaba que el relleno se pusiera en contacto con el polvo de los caminos.
El lacón más rico, desalado: El lacón con grelos es un delicioso plato típico de la época de Carnavales en Galicia. Aunque muchos piensan que simplemente hay que cocerlo junto a las patatas cocidas denominadas cachelos, es fundamental ponerlo a desalar unas 48 horas antes. Cocerlo junto a los grelos -brotes de nabos- y un poco de chorizo le otorga ese sabor característico y exquisito.
Un postre medieval: La tarta de Santiago es un icono gastronómico y aunque no se tienen demasiados datos acerca de su procedencia, se sabe que surgió durante la Edad Media, y que en 1557 Pedro de Portocarrero visitó la Universidad compostelana y obtuvo la receta de la torta real, cuyos ingredientes eran los mismos que la actual tarta que enamora los estómagos de peregrinos, turistas y autóctonos.